Después de una semana de trabajo, mucha tensión, alguna gotita de sudor, algún dolor de cabeza, un poco de rabia, mucho tirar de aquí y de allá, llega el gran momento. Es la primera vez que se corta un tapiz en nuestro taller. Esta vez le toca a Aurora y la emoción flota en el aire.
Sabemos todas que "no es más" que una muestra, pero es la primera pieza que sacamos del bastidor y todas nos sentimos un poco orgullosas por haber superado el primer escalón en este largo camino hacia un hermoso oficio. Llegarán muchos más tapices, grandes y pequeños, complicados y sencillos, pero este momento siempre estará lleno de mágia, de sorpresa, de emoción........
Dice nuestra profesora, Andrea, que incluso con veinte años de oficio, cuando colocas el brazo por debajo del tapiz y das el último tijerazo, y notas como cae con todo su peso, grande o pequeño, es algo así como cuando coges tu hijo por primera vez, le miras, le sientes........
Los tapices grandes que se hacen en telares, se enrollan en el enjulio de abajo y no los ves enteros hasta que los cortas, quizá después de meses y meses de intenso trabajo, de horas y horas de máxima concentración, de proyección de deseos y sueños...... Así que la comparación con una gestación, aunque en ámbitos de creación artística, no es tan disparatada.
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