7 may 2009

una visita pendiente.....

Desde que comenzó el taller, y más aún desde que decidimos que el tapiz nuestro debería ser una especie de mapa emocional y real del pueblo y de su entorno, quedó claro que ALFA tenía que estar presente, como lo está en el día a día de los que viven en Mataporquera. Más de una vez ha sido un motivo de debate, como todas las cosas que generan esta relación ambivalente de amor-odio. Mataporquera no sería lo que es, sin la cementera. Sería otra cosa, pero no lo que vemos y vivimos hoy, para bien y para mal.
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Las dos caras de la moneda de una industria local tan dominante son obvias. Ha dado y sigue dando trabajo, y en su momento hizo crecer el pueblo. Pero su presencia no es fácil de acceptar: el zumbido que genera el gran molino de bolas es constante, el impacto visual es inmenso, es lo primero que se ve al entrar en Mataporquera, y se ve desde cualquier lugar del pueblo. La contaminación existe, a pesar de los esfuerzos por minimizar el impacto medioambiental, las detonaciones en la cantera se oyen y sobrecogen a quién no está acostumbrado, y su paisaje lunático impresiona, la polución se nota,...... en fin, el ejercicio de abstraerse de todo aquello y ser capaz de ver la belleza, que también la hay, es un ejercicio que requiere cierta disponibilidad e imaginación.......

Sin embargo, el mismo día de puertas abiertas parece que hasta la fábrica quiso ponerse de nuestra parte y enseñar que también sabe de belleza. Poco antes de cerrar la exposición, al asomarnos por los grandes ventanales del taller, nos percatamos de que los rayos del sol bañaban los grandes silos de alfa en una luz muy especial.......











Y vimos como los pájaros, que se despedían del día antes de refugiarse en la cúpula de la fábrica al abrigo del frio de la noche, dibujaban jeroglifos efímeros sobre el cielo azúl. Parecían cintas de gimnastas, banderas, pañuelos, tapices voladores.......


Así que un buen día de abril, la fábrica nos recibió para enseñarnos sus entrañas. Fue interesante, tanto para las que conviven con ella desde hace años, incluso décadas, como para las que vienen de fuera..... No nos hizo cambiar de opinión, que cada una tiene la suya, pero nos gustó a todas y alguna que otra cosa aprendimos......

A parte de ver más de cerca lo que incluso se pueden ver desde el pueblo, nos enseñaron las instalaciones de dentro, los molinos, el horno, el gran panel de control y TINA 4, el robot que trabaja en el laboratorio analizando las muestras de los diferentes tipos de cemento. Curioso invento aquél, y cuando preguntamos, con una pizca de malicia, por qué tenía un nombre de mujer (claro, ya habíamos emprendido la carrera en defensa de la igualdad de género y a ver por qué las "mujeres" siempre somos las "mandadas" que trabajan mientras los hombres miran....), nos contaron que se llamaba así, porque dió la casualidad de que sus tres "madres" se llamaban Cristina, y en honor a ellas heredó el nombre....... Bueno...............













Lo que descubrimos además: impresiones de arquitectura industrial

y el platanero no podía faltar.......




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